jueves, 25 de febrero de 2010

Resurrección.

Cuando el pequeño maestro entró en la próxima ciudad halló un gentío congregado en la plaza Mayor. Había corrido la voz de que llegaba a la ciudad un charlatan, según unos, y un profeta, según otros. “Yo predico el Gran Hombre –dijo dirigiéndose a la multitud- Os anuncio al Gran Hombre. El hombre y el superhombre es algo que debe ser superado. Esta superación es un gesto, un paso más en el camino. ¿Acaso algunos de vosotros se ha esforzado o ha intentado ser el gran hombre? ¿Qué es el gran hombre? Os preguntaréis. El gran hombre es la autorrealización. La realización de un deseo en uno mismo, sin objeto. Es una experiencia pura sin la mediación de pensamiento o juicio alguno. El superhombre os anunció la muerte de dios. Yo os anuncio la muerte del lenguaje y de todos los tratados de filosofía. En verdad, el hombre y el superhombre son incompletos y padecen de ceguera sin saberlo. Hay que elevarse por encima del hombre para saber del hombre. El superhombre os anunció que el filósofo es la evolución del tipo sacerdotal. Yo os anuncio que el poeta es la evolución del tipo filósofo y que el místico es la evolución del tipo poeta y yo soy la evolución del tipo místico.

El hombre y el superhombre es una línea circular entre la bestia y el gran hombre. El hombre es la evolución de la bestia. El superhombre es la evolución del hombre. Y el gran hombre es la evolución del superhombre. Un camino de uno hacia uno mismo diferente. El gran hombre es quien es, quien predica, alguien, un vagabundo del mundo. Hubo un tiempo donde yo también fue un pequeño demonio, una pequeña bestia. Pero subí a la montaña sagrada y en el camino fui haciéndome. Primero, hombre. Después, superhombre. Y más tarde, el gran hombre. Adelantar al verbo para despojarse de la razón. Ese es el gran paso, el gran salto.

También os digo que el uno es la vida y la muerte. El eterno retorno. Pero el cero es lo eterno. El retorno a lo eterno, la libertad. Sólo al gran hombre le está permitido el retorno a lo eterno. El hombre y el superhombre están condenados al eterno retorno. Os recuerdo que podéis descender al infierno más de dos veces”.

No tengo nombre y poseo todos los nombres. No tengo rostro y poseo todos los rostros. No tengo forma y poseo todas las formas.

La flor está oculta en la semilla.

En verdad un pensamiento dura diez mil años.

El ser es la infinitud, movimiento de rotación alrededor de su eje. Lo eterno en movimiento. Infinitud inquieta. La independencia misma.

La pregunta no es por qué existe algo en vez de nada. La pregunta (respuesta) es por qué existe todo. La respuesta está en la trascendencia del lenguaje; más allá del lenguaje. Más allá del pensamiento y de la inteligencia; simplemente porque sí.

Quien se apega a las cosas sufrirá rios de lágrimas de sufrimiento.

Os repito. Soy quien soy. Soy la resurrección y la vida eterna.

sábado, 6 de febrero de 2010

HACIENDO CAMINO

Un pueblo sin poesía no es un pueblo sino una barbarie. Sin poesía nunca habría llegado tan lejos. Gracias a la experiencia de la poesía alcancé la cima de la montaña sagrada. Llegué a ser lo uno diferente en sí mismo. Hice del sujeto un predicado.

Aquí no hablamos del destino sino que lo forjamos.

¿Cuándo escapará el hombre de sus cadenas, de sus pensamientos? Sabed que el lenguaje ha muerto. El lenguaje no es el mundo que habitamos. No. El lenguaje es la gran metáfora y nada más. Vuestro dios es vuestro lenguaje, vuestro ego. Cuando habláis en nombre de dios es vuestro orgullo quien habla.

Deseamos la infinitud, saber de nosotros y del todo. ¿Deseamos cuanto podemos? Verdad es que nada puede crecer tanto ni hundirse tan profundamente como el hombre.

Mire a donde mire siempre encuentro enterrado un niño o una mujer.

Intentamos encontrar la puerta para salir de nuestra prisión, nuestro cuerpo. Ignoráis vuestra edad, vuestro nombre, de donde venís y adonde vais. Somos vehículos del tiempo. Prisioneros de un cuerpo. Prisioneros del tiempo. Ahora soy quien siempre fui. Lo eterno.

¿Cómo puede ser sagrado lo que nos separa?
Sólo nos separamos para estar más unidos.
¿Quién puede separar a los que mueren?
Algunos hombres creen haber nacido solo para pecar y después redimir los pecados con palabras enturbiadas por el llanto.

El niño ha de conquistar no solo lo que la humanidad ha conquistado sino llegar a ser humanidad.

Aún no estáis preparados para soportar tanta grandeza.

Acudir a la iglesia es acudir al demonio. El demonio nos envía hombres de poca fe, los obispos de las catacumbas; a los cardenales, empresarios de la fe y al Papa, el único hombre sobre la faz de la tierra sin alma, y por lo tanto, sin edad.

Dios, apoderado del cuerpo de los clérigos y el demonio, apoderado de sus almas y ahí en medio, en tierra de nadie están ellos, los mensajeros de una fe efímera y plúmbea. Y es que los clérigos son simulacros bastantes más vertiginosos y absurdos que los rostros pintados de las supuestas divinidades. Son esbozos perfectamente ambiguos, ya que hablan, hacen gestos, agitan sus manos, piden dinero, manipulan objetos, vociferan desde el púlpito, se engalanan con ropas y objetos inusuales, surgen de la nada como semáforos en rojo e ignoran que lo extraordinario es dejar de existir para convertirse en ser.